Nos enseñaron a resistir, a insistir, a sostener lo que se rompe con las manos temblorosas.
Nos dijeron que rendirse era fracasar, que soltar era renunciar.
Pero nadie nos enseñó que a veces, dejar ir es el gesto más valiente de amor propio.
Aprender a soltar no es rendirse: es elegirte
Soltar no siempre es fácil.
A veces se trata de una relación que ya no te sostiene, de una versión de ti que ya no encaja, de un sueño que dejó de tener sentido.
Y no duele porque seas débil, sino porque hay algo profundamente humano en querer conservar. Lo conocido, lo que fue bonito alguna vez, lo que prometía ser.
Pero la verdad es esta: sostener por miedo no es amor. Y a veces, lo más amoroso que puedes hacer por ti es abrir la mano… y dejar que algo (o alguien) se vaya.
El apego no es amor: por qué nos cuesta soltar
Desde la psicología sabemos que estamos biológicamente programados para buscar seguridad.
El apego, los hábitos, las narrativas que repetimos… todo nos da la ilusión de control.
Soltar, en cambio, implica entrar en lo incierto.
Implica decir: “Esto ya no me sirve, aunque no sepa qué viene después”.
Y ese vacío da miedo. Pero también es el lugar donde comienza algo nuevo.
¿Y la culpa? Esa vieja conocida
Una de las emociones más frecuentes cuando soltamos es la culpa:
- “¿Y si me estoy equivocando?”
- “¿Y si debería haber aguantado más?”
- “¿Y si daño a alguien al irme?”
Pero la culpa, en estos casos, no siempre es brújula.
Muchas veces es el eco de voces que no son tuyas: mandatos familiares, creencias culturales, miedo al juicio.
El arte de soltar también implica liberarte de esas cargas invisibles.
Soltar también es acción: no hacer nada es hacer algo
En las filosofías orientales, como el taoísmo o el budismo zen, se honra el acto de no actuar, de no forzar.
Wu Wei, por ejemplo, enseña a fluir con lo que es, no a luchar contra lo que fue.
Desde esa mirada, soltar no es pasividad, sino sabiduría.
Es un gesto activo que dice: “Confío en mí. Confío en que no necesito retener lo que ya cumplió su ciclo.”
Cómo empezar a soltar sin culpa
No necesitas tenerlo todo claro para empezar.
A veces, el primer paso es simplemente reconocer lo que pesa.
- Haz silencio: el cuerpo suele saber lo que la mente calla.
- Observa lo que ya no vibra contigo.
- Permítete dudar, pero no te paralices.
- Y sobre todo, trátate con ternura. Nadie suelta desde la rigidez. Se suelta desde la compasión.
Lecturas para acompañarte en el proceso de soltar
Si estás en una etapa de transformación o búsqueda interior, tal vez te acompañen estas lecturas de Alunae Collection:
📖 La mujer estoica – para reconectar con tu fuerza serena y tu propósito.
📖 Wabi Sabi para todos – para aprender a ver la belleza en lo imperfecto, lo inacabado, lo que cambia.
Todos disponibles en formato EPUB y PDF.
En resumen
Soltar no es perder. Es abrir espacio.
Para que entre lo nuevo. Para que respires distinto. Para que vuelvas a ti.
Y en ese espacio… puede comenzar una vida más honesta, más liviana, más tuya.